La situación que padecemos puede calificarse como
una situación de emergencia social y ambiental; ésta última, preludio de
futuras crisis sociales. Vivimos en una situación recesiva en la que nos ha
metido la propia lógica de la economía de mercado, que ha disfrutado en las
últimas décadas de una libertad sin precedentes, superior incluso a la del
siglo XIX.
La crisis financiera, que en España se alimentó de la burbuja inmobiliaria, esto es de un modelo de crecimiento económico efímero basado en la especulación y en el consumo privado, hunde sus raíces en una crisis más profunda de carácter estructural o sistémico. Tiene su base en la contradicción entre la creciente escasez de recursos naturales y servicios ambientales, reflejo de los límites físicos del planeta, y las necesidades de reproducción ampliada de la actividad y del beneficio económicos.
La crisis financiera, que en España se alimentó de la burbuja inmobiliaria, esto es de un modelo de crecimiento económico efímero basado en la especulación y en el consumo privado, hunde sus raíces en una crisis más profunda de carácter estructural o sistémico. Tiene su base en la contradicción entre la creciente escasez de recursos naturales y servicios ambientales, reflejo de los límites físicos del planeta, y las necesidades de reproducción ampliada de la actividad y del beneficio económicos.
Lejos de plantear políticas que combatan la
crisis sobre la base de un nuevo modelo económico más duradero, al tiempo que
alivian los efectos de la crisis, especialmente el desempleo, nuestros
gobiernos en sintonía con Europa han optado por practicar unas políticas
económicas procíclicas que a base de recortes sociales y alguno político nos
han llevado a esta situación de emergencia social y ambiental: el paro crece
sin parar, los salarios disminuyen, los impuestos sobre la rentas del trabajo
suben en una nueva demostración de inequidad fiscal, los fondos destinados a la
dependencia escasean, los tímidos progresos en materia ambiental (lucha contra
el cambio climático, fomento de las energías renovables, el almacenamiento de
residuos radiactivos, cierre de Garoña, etc..) están en trance de desaparecer,
la amenaza constante de una bancarrota de los bancos y del Estado y de
sucesivos recortes en el gasto público que ello supone, etc.
Pero quizá lo más llamativo es que no se
atisba en el horizonte ninguna propuesta de salida de la crisis que palie el
daño social que estas políticas de fe ciega en los mercados y disciplina fiscal
están provocando, especialmente entre los ciudadanos de Andalucía, donde le
paro alcanza ya a más de una tercera parte de la población activa.
De esta situación son responsables tanto el
gobierno central como el gobierno andaluz, donde el PSOE ha gobernado hasta
ahora. Pero la llegada del PP al gobierno no ha hecho sino ahondar en una
dirección equivocada que, a la vista de los acontecimientos, amenaza no sólo
con aumentar el daño social sino incluso con tirar por la borda los modestos
avances alcanzados en Andalucía. El programa de PP supone una amenaza para el
futuro de la mayoría de los andaluces al basarse únicamente en la disciplina
fiscal y en la reducción del gasto público, en el desmontaje del Estado del
bienestar y en la transferencia de toda soberanía a los mercados, precisamente
la “medicina” que ha desencadenado la crisis. Los logros alcanzados en materia
de salud y educación e incluso en materia de medio ambiente, donde más se ha
avanzado, están seriamente amenazados. No sólo por la errónea política
económica, sino también por la política neocentralista y autoritaria de la que
siempre ha hecho gala el PP y que ha encontrado en la actual crisis económica
una oportunidad única de concretarse.
Al ataque previsible contra derechos ya
consolidados (matrimonio homosexual, aborto, etc..), el PP, con el apoyo de la
derecha mediática, se dispone a imponer su proyecto neocentralista, recortando
el derecho autonómico a aprobar sus propias cuentas públicas e incluso el
propio marco competencial autonómico, amparándose en una aparente reforma de
las administración del Estado. El inesperado éxito de UPyD no hace sino
reforzar la posición del PP, a la que el PSOE no ha sabido o no ha querido
hacer frente.
Es tiempo de emergencia y por tanto tiempo de
dejar momentáneamente a un lado la legítima competencia entre grupos políticos
y espacios ideológicos en el seno de la izquierda. Es hora de parar el
desarrollo de este proyecto económico diabólico y recesivo de la derecha, de
convertir a Andalucía en un foco de resistencia contra los planes de la Europa de los mercados,
liderada por Merkel y Sarkozy, que lleva indefectiblemente a la ruina económica
y al sufrimiento de la mayoría de los ciudadanos. Es hora de parar al PP, que
los representa en España y amenaza con representarlos también en Andalucía.
A la vista de los resultados electorales del
pasado 20 de Noviembre y de las proyecciones y sondeos electorales publicados
hasta ahora, esa tarea no resulta imposible si todos los grupos políticos de la
izquierda andaluza se unen para defender a los parados, a los dependientes, a
las familias que lo están pasando realmente mal, a los jóvenes sin futuro
inmediato, a los inmigrantes que un día vinieron y ya no pueden volver….
Paralelo 36 hace un llamamiento a todas las
organizaciones de la izquierda andaluza para evitar que la derecha obtenga
mayoría absoluta y asegurar un gobierno de izquierdas, porque sólo mediante un
gobierno de izquierdas será posible ensayar una salida a la crisis que no sea
impuesta por los mercados, que relegue a Andalucía a un puesto aún más
secundario en el concierto económico español y europeo, al desequilibrio social
y al deterioro ambiental.
La situación que padecemos puede calificarse como una situación de
emergencia social y ambiental; ésta última, preludio de futuras crisis
sociales. Vivimos en una situación recesiva en la que nos ha metido la propia
lógica de la economía de mercado, que ha disfrutado en las últimas décadas de
una libertad sin precedentes, superior incluso a la del siglo XIX.
La crisis financiera, que en España se alimentó de la burbuja
inmobiliaria, esto es de un modelo de crecimiento económico efímero basado en
la especulación y en el consumo privado, hunde sus raíces en una crisis más
profunda de carácter estructural o sistémico. Tiene su base en la contradicción
entre la creciente escasez de recursos naturales y servicios ambientales,
reflejo de los límites físicos del planeta, y las necesidades de reproducción
ampliada de la actividad y del beneficio económicos.
Lejos de plantear políticas que combatan la crisis sobre la base de un nuevo
modelo económico más duradero, al tiempo que alivian los efectos de la crisis,
especialmente el desempleo, nuestros gobiernos en sintonía con Europa han
optado por practicar unas políticas económicas procíclicas que a base de
recortes sociales y alguno político nos han llevado a esta situación de
emergencia social y ambiental: el paro crece sin parar, los salarios
disminuyen, los impuestos sobre la rentas del trabajo suben en una nueva
demostración de inequidad fiscal, los fondos destinados a la dependencia
escasean, los tímidos progresos en materia ambiental (lucha contra el cambio
climático, fomento de las energías renovables, el almacenamiento de residuos
radiactivos, cierre de Garoña, etc..) están en trance de desaparecer, la
amenaza constante de una bancarrota de los bancos y del Estado y de sucesivos
recortes en el gasto público que ello supone, etc.
Pero quizá lo más llamativo es que no se atisba en el horizonte
ninguna propuesta de salida de la crisis que palie el daño social que estas
políticas de fe ciega en los mercados y disciplina fiscal están provocando,
especialmente entre los ciudadanos de Andalucía, donde le paro alcanza ya a más
de una tercera parte de la población activa.
De esta situación son responsables tanto el gobierno central como el
gobierno andaluz, donde el PSOE ha gobernado hasta ahora. Pero la llegada del
PP al gobierno no ha hecho sino ahondar en una dirección equivocada que, a la
vista de los acontecimientos, amenaza no sólo con aumentar el daño social sino
incluso con tirar por la borda los modestos avances alcanzados en Andalucía. El
programa de PP supone una amenaza para el futuro de la mayoría de los andaluces
al basarse únicamente en la disciplina fiscal y en la reducción del gasto
público, en el desmontaje del Estado del bienestar y en la transferencia de
toda soberanía a los mercados, precisamente la “medicina” que ha desencadenado
la crisis. Los logros alcanzados en materia de salud y educación e incluso en
materia de medio ambiente, donde más se ha avanzado, están seriamente
amenazados. No sólo por la errónea política económica, sino también por la
política neocentralista y autoritaria de la que siempre ha hecho gala el PP y
que ha encontrado en la actual crisis económica una oportunidad única de
concretarse.
Al ataque previsible contra derechos ya consolidados (matrimonio
homosexual, aborto, etc..), el PP, con el apoyo de la derecha mediática, se
dispone a imponer su proyecto neocentralista, recortando el derecho autonómico a
aprobar sus propias cuentas públicas e incluso el propio marco competencial
autonómico, amparándose en una aparente reforma de las administración del
Estado. El inesperado éxito de UPyD no hace sino reforzar la posición del PP, a
la que el PSOE no ha sabido o no ha querido hacer frente.
Es tiempo de emergencia y por tanto tiempo de dejar momentáneamente a un
lado la legítima competencia entre grupos políticos y espacios ideológicos en
el seno de la izquierda. Es hora de parar el desarrollo de este proyecto
económico diabólico y recesivo de la derecha, de convertir a Andalucía en un
foco de resistencia contra los planes de la Europa de los mercados, liderada por Merkel y
Sarkozy, que lleva indefectiblemente a la ruina económica y al sufrimiento de
la mayoría de los ciudadanos. Es hora de parar al PP, que los representa en
España y amenaza con representarlos también en Andalucía.
A la vista de los resultados electorales del pasado 20 de Noviembre y de las
proyecciones y sondeos electorales publicados hasta ahora, esa tarea no resulta
imposible si todos los grupos políticos de la izquierda andaluza se unen para
defender a los parados, a los dependientes, a las familias que lo están pasando
realmente mal, a los jóvenes sin futuro inmediato, a los inmigrantes que un día
vinieron y ya no pueden volver….
Paralelo 36 hace un llamamiento a todas las organizaciones de la izquierda
andaluza para evitar que la derecha obtenga mayoría absoluta y asegurar un
gobierno de izquierdas, porque sólo mediante un gobierno de izquierdas será
posible ensayar una salida a la crisis que no sea impuesta por los mercados,
que relegue a Andalucía a un puesto aún más secundario en el concierto
económico español y europeo, al desequilibrio social y al deterioro ambiental.
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