Ha tenido en vilo hasta el último momento a IU con la posibilidad de
que presentara una lista alternativa a la de Cayo Lara. Llega a la X
Asamblea de IU con una obsesión en la cabeza: la refundación de la
izquierda alternativa debe producirse ahora.
público.es - DANIEL DEL PINO
Dice que estaba dispuesto a llegar hasta el final pero
también confiesa el miedo a que la X Asamblea Federal de IU se hubiera
centrado en una confrontación directa entre la mayoría del PCE e
Izquierda Abierta. Gaspar Llamazares (Logroño, 1957) afronta el cónclave
de este fin de semana sabiendo que éste es el momento en que la
izquierda alternativa dé un paso al frente y se coloque en primera fila
contra la crisis.
Ha tensado la cuerda hasta el último día para
conseguir que Izquierda Abierta, la formación que coolidera con
Montserrat Muñoz, tuviese un peso específico en la próxima dirección.
Cree que la unidad da a IU credibilidad y que si quiere, puede dar una
salida a la crisis que ponga a la gente por delante.
Sea
sincero, ¿de verdad habrían presentado una lista alternativa a la de
Cayo Lara en el último momento? ¿Contaban con los avales del 10% de los
delegados necesarios para hacerlo?
Hemos dicho desde el
principio que no teníamos la intención de presentar una lista
alternativa a la de Cayo Lara pero en cualquier caso, los avales los
tenemos. De hecho los hemos hecho valer porque si no, no habríamos
podido ni siquiera plantear una serie de reuniones bilaterales en las
que se hablara de nuestra situación. Esto ha pasado porque existía la
posibilidad de una lista alternativa y porque por ambas partes existía
también la necesidad de llegar a un acuerdo. Pero los avales existen y
además, lo que suele ocurrir en una Asamblea es que se incrementan en un
30 o 40 % en el voto, precisamente porque ahí es cuando muestran su
descontento determinadas sensibilidades.
¿Qué es lo que exigían a la dirección de IU?
No
queríamos ningún tipo de privilegio, ni siquiera de reconocimiento,
simplemente que tanto en el debate político como en la configuración de
IU quedasen claras tres cosas. Primero, que se tuviera en cuenta lo que
significa la aportación de Izquierda Abierta. Hemos tratado de
garantizar es que hubiera un lugar para el debate sobre el proyecto y
creemos que lo hemos conseguido.
Una segunda parte importante es
que creíamos que debía preservarse, no sólamente la pluralidad dentro de
la dirección, sino la pluralidad partidaria de IU. Creemos que los
partidos que conforman IU son una riqueza y no un problema y queríamos
que se valorara que existen varios partidos. Unos mayores, como el PCE, y
otros menores, como Izquierda Abierta, pero que figuramos también como
federaciones de IU.
Lo tercero es que durante el último periodo,
que ha sido muy difícil para nosotros como IU porque salíamos de una
Asamblea muy conflictiva, hemos tenido responsabilidades y creemos que
las hemos desempeñado bien. Por tanto, lo que también pedíamos y hemos
comprometido con la mayoría es que habrá una dirección compartida donde
estén presentes las diferentes sensibilidades sin prejuzgar los nombres
que ocuparán las distintas carteras.
¿Qué significa el acuerdo para IAb, en qué consiste y cuándo ha terminado de cerrarse?
Significa
tener una presencia. Izquierda Abierta ha empezado a trabajar como
partido hace meses y nuestra prioridad fundamental es nuestro trabajo
político en IU y, además, seguir configurándonos como partido. El
acuerdo, o preacuerdo, porque aún debe ser ratificado en la Asamblea,
nos da una representación del 20% en todos los organismos de dirección.
Creemos que es la representatividad adecuada y no tenemos más
ambiciones. Además, no es una cuestión de porcentajes sino de presencia y
de participación plural en el conjunto de IU, de arriba abajo y de
abajo arriba.
Todo se concreta a lo largo de esta semana y se
cierra prácticamente esta mañana [por la de ayer]. Se trata de un marco
para el debate político en el que estén presentes las enmiendas pero
también las aportaciones en las comisiones y en el plenario, una
representación plural de Izquierda Abierta y un gobierno compartido, lo
que significa que las carteras de la dirección de IU que sean plurales.
¿Se ha sentido marginado o cree que se haya marginado a alguien de Izquierda Abierta durante la etapa de Lara como coordinador?
En
general hemos logrado un grado alto de convivencia y un grado alto
también de gestión conjunta pero hemos tenido varios traspiés. Se han
producido desencuentros como el de la formación del grupo parlamentario,
previamente el desencuentro con respecto a mi candidatura y con los
casos de Euskadi y Extremadura.
Se había larvado una situación
que era preciso recomponer. Teníamos la preocupación de que ese
desencuentro pudiera traducirse en la Asamblea en una diferencia o en
una confrontación directa y, por tanto, teniendo esos precedentes,
creíamos que había que intentar recomponer las cosas. Lo hemos hecho
desde el punto de vista de la pluralidad pero quedan por recomponer las
cosas desde el punto de vista de la gestión para despejar esos problemas
con medidas políticas, el diálogo y el acuerdo político. Por ejemplo,
la diferencia que se mantiene con la dirección federal con respecto a
Extremadura. Pero realmente son más las cosas en las que coincidimos que
en las que nos diferenciamos.
El caso de Extremadura pone
de manifiesto un peligro para IU, el acercarse a PP y PSOE en el
sentido de querer imponer desde Madrid a las federaciones que cumplan a
rajatabla con la postura oficial
Hay una preocupación por
la federalidad en IU y creo que algunas de las propuestas que hay a
debate de cara a la Asamblea deberíamos reconsiderarlas. La discrepancia
política con respecto a Extremadura no debería resolverse por la vía de
la recentralización ni la de la intervención. Sobre todo, teniendo en
cuenta que no es una discrepancia entre dos direcciones, sino entre un
compromiso de la dirección federal [el de evitar que el PP gobierne si
está en manos de la federación] y una gran mayoría de la organización de
Extremadura.
Debe haber o una solución política o un respeto a la
decisión democrática y participativa de las bases. Si no, las cosas se
ponen muy complicadas. Por eso una de nuestras aportaciones y una de las
enmiendas es intentar reconducir estos temas que reflejan una tentación
administrativa. Y esto es real. Por ejemplo, que el Consejo Político,
en vez de ser formado por un 50% del Estado y un 50% de las comunidades
autónomas, se plantee una composición con una representación federal del
70% y que a las federaciones se les dé sólo el 30%. Con este tipo de
cosas se pone de manifiesto una orientación de dar más peso al centro
que a la periferia.
¿Eso podría terminar por romper algunas de las alianzas de IU con formaciones como el CUT, ICV o la Syriza gallega de Beiras?
Es
imprescindible dar con la clave sobre cómo debemos regular nuestra
complejidad porque si tienes la tentación de hacerlo de manera
centralizadora o administrativa estás lanzando un mensaje a los otros de
que no vas a ser capaz de acogerlos. Lo importante es lanzar un mensaje
de acogida.
Parece complicado también exigir a la
sociedad que sea crítica contra el sistema y que se cuestione cómo hemos
llegado a esta crisis si luego en IU no se aceptan críticas internas ni
voces disonantes. Usted ha sido muy crítico con los Gobiernos de Aznar,
Zapatero y Rajoy pero también lo es de puertas para dentro e insiste en
que IU no puede contentarse con unos resultados electorales favorables.
¿A qué se refiere?
Es que si no sabemos gobernar esa
complejidad interna de IU, ¿cómo vamos a dominar la externa? Por eso es
tan importante que la expresión de la pluralidad sea consentida. Es algo
que tiene que ver con la conllevanza de la que hablaba Ortega y Gasset cuando se refería a Catalunya. La pluralidad que hemos conseguido nos va a ayudar mucho.
Eso
sí, creo que IU no se puede conformar con unos buenos resultados
electorales porque debe centrarse en el proceso constituyente de la
izquierda o refundación de la izquierda, en los ciudadanos y en la
crisis económica. Ese es el verdadero valor de esta Asamblea no
nosotros. Necesitamos forjar un proyecto político que responda a la
sociedad, a la crisis y a las políticas liberales y que nos transforme
en la izquierda alternativa. En una alternativa real al bipartidismo. Si
no lo conseguimos tendremos problemas.
¿Habla, por
ejemplo, a un temor a que el PSOE pueda llegar a recomponerse antes de
que se produzca esa refundación de la que habla?
No tengo
ningún temor a la regeneración del PSOE, al contrario, sería bueno que
hubiera una sinergia entre la regeneración del PSOE hacia la izquierda y
la refundación de una izquierda alternativa. En cualquier caso, me da
la impresión de que el PSOE ha hecho hasta ahora de todo para que eso no
tenga lugar. Su gran error ha sido que frente a una crisis que se
produce por un giro a la derecha, de pronto da un giro aún más hacia la
derecha, tanto en lo político con su secretario general a la cabeza,
como parlamentario.
¿Qué fue antes, la crisis o la resurrección de IU?
Está
claro que la crisis y el sentimiento crítico de la calle nos ponen en
una situación muy buena. Pero en cualquier caso, hemos pasado cuatro
años bastante estables, hemos sabido leer lo que reclama la calle y esto
nos permite proyectar una credibilidad en la gente. Eso ha tenido unos
resultados electorales. Estando divididos perderíamos todo.
El
voto útil del PSOE ha dejado de ser útil y parece que decir cosas de
izquierdas y ser de izquierdas en el siglo XXI no significa haber nacido
en Marte ¿Cree que habrían conseguido recuperar la esperanza si
Zapatero no hubiera obedecido en todo a Bruselas en la segunda
legislatura?
Estamos ante una crisis que afecta no sólo
al bipartidismo, algo que es evidente con los últimos datos electorales,
sino al conjunto del sistema político. Ahora ya no se puede hablar de
electorados de unos y otros, eso está en convulsión. En estos momentos
está en riesgo el bipartidismo y la alternancia pero eso no quiere decir
que no esté en riesgo el resto de la representación política.
Tampoco
se trata de hacer siempre una relación entre crisis económica y crisis
del sistema político, sino de aportar y de intervenir en la crisis
política. Eso se consigue dando soluciones y poniendo en marcha marcos
de participación que permitan a la gente integrarse políticamente,
porque si los marcos electorales están en voladura tampoco es que haya
ahora mismo una alternativa real de la izquierda dentro del panorama
político. Da la impresión de de que la alternativa es la abstención. Y
no nos lo podemos permitir.
Hay que trabajar porque esa
alternativa real sea IU a corto plazo. Pero también se trata de que la
alternativa nos haga más grandes y si esa izquierda supera al partido
socialista será la izquierda representativa de este país en el futuro.
Ustedes
han sabido leer la calle pero en realidad la respuesta ante la crisis
parte de ahí, no de IU. Se habla mucho sobre la posición de IU con
respecto a movimientos ciudadanos como el 15-M, la Palataforma de
Afectados por la Hipoteca o el 25-S. ¿Usted es de los partidarios de que
se asimilen en la estructura política estos movimientos o de la
coexistencia sin mezclarse?
Desde luego no creo que el
futuro sea una asimilación de lo social por lo político porque reproduce
viejos esquemas de vanguardia. La vanguardia sería el partido, y el
sindicato o los movimientos sociales serían la sociedad civil organizada
y subordinada. Creo que eso no es así, que se ha demostrado que si
acaso hubiera que establecer líneas de subordinación está más avanzada
la respuesta social que la política.
Por tanto, humildad con
respecto al movimiento social. Hay que participar con ellos y de ellos y
sobre todo aprender de su propuesta y de su organización. Eso es lo que
tiene que hacer IU si quiere representar con otros los impulsos de ese
movimiento. No debe monopolizarlos. Debemos demostrar que hemos sido
capaces de aprender que ellos llegaron antes y que no supimos de ellos
hasta que estaban en la calle. También que sus propuestas tienen un
añadido cualitativo porque el 80% de la población las considera lógicas.
Habla
de los errores de los demás pero ¿qué habría hecho IU si hubiera estado
en el Gobierno durante la crisis? ¿En qué modo habría sido distinto a
los demás?
Con la disidencia. Usando la disidencia
frente a la política mayoritaria de la UE. Disidencia en relación a la
deuda, en relación al euro y en relación a la política económica
neoliberal. El principal enemigo de Europa ahora mismo es la propia UE,
su política neoliberal y el euro. Se echa de menos una voz crítica en
Europa y hasta ahora no es sólo que se haya hecho seguidismo sino que
ese seguidismo, en el caso español, ha pasado por la túrmix del PP. A
todas las medidas de recortes de Bruselas, el PP le ha añadido clasismo,
repagos, privatizaciones, autoritarismo, Policía, penalización...
Nosotros
habríamos aprovechado el margen fiscal de la lucha contra el fraude, lo
que nos habría dado una mayor holgura económica. Habríamos constituido
la banca pública y no le habríamos dado dinero a espuertas a los bancos
para que luego no inviertan en la economía real... Y sobre todo
habríamos puesto en un primer plano la recuperación económica y el
empleo, no el déficit.
Hubiera sido distinto. Que hubiera sido
convulso, no me cabe la menor duda, pero es que hoy la convulsión está
en la calle y la placidez en el Gobierno y eso es insoportable. ¿Desde
cuándo la relación con la UE, con nuestros acreedores, deben ser
plácidas?
Hubiera habido una sociedad igual de activa y un
Gobierno que no se si habría representado a toda la sociedad pero por lo
menos no hubiera sido representante contra la sociedad, que es lo que
estamos viviendo en estos momentos. El de Rajoy es el Gobierno de un
protectorado, es un Gobierno otorgado y nosotros sufrimos con el
Gobierno. Están empobreciendo a la sociedad española todos los días
¿Y cómo se sale?
La
mejor base que tenemos es la sociedad movilizada. En ese sentido, son
las únicas luces de este periodo. El movimiento 15-M, las distintas
mareas... Son la base de una salida. A partir de ahí hay que recomponer
un sentido común alternativo, una cultura, un periodismo, un debate
público que represente a la mayoría. A recuperar el sentido común se le
llama rebeldía y debemos transformar todo eso en una alternativa
política porque lo que no funciona es que la indignación ciudadana se
transforme en desafección política. Eso termina o en el Gobierno del PP o
en una involución populista como la de Grecia.
Construir esto es
responsabilidad de la izquierda. Pero también ciudadana y hay que
empezar a poner a los ciudadanos frente a su responsabilidad. Si
caminamos hacia una sociedad con más poder y si vamos hacia una sociedad
participativa, los ciudadanos tienen una responsabilidad y tienen que
dar una respuesta política.
La izquierda europea parece
estar moviéndose mucho en los últimos meses pero de momento no pasa del
asociacionismo y la protesta. ¿Cuál es su tarea?
El
primer paso ha sido la convocatoria de la huelga general por parte de
los sindicatos y nosotros deberíamos también ir al unísono y conseguir
articular a la izquierda europea ya sea política que social. Creo que la
socialdemocracia va a seguir aún durante un tiempo con las dudas sobre
el ser o no ser. Uno de los grandes problemas es haber identificado
Europa con el progreso y la construcción europea como una construcción
buena en sí misma. De alguna manera tiene que emerger un pensamiento
crítico para que sea posible que lo que está pasando con Hollande, que
llegó como el salvador, cambie. Porque vino con aquello de la
recuperación y ahora resulta que van a recortar el presupuesto.
Por
parte del resto de la izquierda, el futuro es trascender el grupo
parlamentario europeo. Que esa izquierda sea una izquierda de los países
miembros, que sea social... Y esa es la alternativa. ¿Cómo hacerlo?
Syriza lo hizo presentando varias decenas de prioridades y yo creo que
nosotros, si intentamos poner 10 prioridades frente a Bruselas y frente a
la crisis, tendríamos suficiente. Unas, claro, tienen que ser
programáticas, y las otras, políticas.
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